La alfombra de herramientas de Messak Settafet: una obra de cientos de miles de años

Fuente: PlosOne a través de ABC

Un nuevo estudio intensivo de la escarpadura de Messak Settafet, un afloramiento masivo de piedra arenisca en medio del desierto del Sáhara, ha demostrado que las herramientas de piedra se producen de manera ubicua en todo el paisaje, con un promedio de 75 artefactos por metro cuadrado, o 75 millones por kilómetro cuadrado.

Los investigadores, cuyo trabajo se publica este miércoles en la revista «Plos One», dicen que esta gran «alfombra» de herramientas de la Edad de Piedra es el primer ejemplo conocido de todo un paisaje modificado por los homínidos. Messak Settafet tiene una longitud total de 350 kilómetros, con una anchura media de 60 kilómetros y partes del paisaje son «antropogénicas» o hechas por el hombre, mediante la creación de herramientas durante cientos de miles de años.

El equipo de investigación ha utilizado este y otros estudios para tratar de estimar el volumen de las herramientas de piedra durante el último millón de años de evolución humana procedentes solo del continente africano. Dicen que es el equivalente a más de una Gran Pirámide de Guiza por kilómetro cuadrado de todo el continente (2,1 x 1.014 metros cúbicos de roca).

Imágenes del estudio publicado en la revista «Plos One»

«La piedra arenisca Messak, ahora en medio de los vastos mares de arena de Libia, habría sido una roca de alta calidad para que la rompieran los homínidos. El paisaje es, en efecto, una alfombra de herramientas de piedra, probablemente hecha en el Pleistoceno Medio y Superior», afirma el doctor Robert Foley, del Centro Leverhulme de Estudios Evolutivos de la Universidad de Cambridge, quien condujo la investigación junto a su colega Marta Mirazon Lahr.

«El término «Antropoceno» ahora se utiliza para indicar el punto en que los seres humanos comenzaron a tener un efecto significativo sobre el medio ambiente», señala Mirazon Lahr. «El momento crítico puede ser el comienzo de la revolución industrial, hace unos 200 años. Algunos hablan de un ‘Antropoceno temprano’ hace unos 10.000 años, cuando los bosques comenzaron a ser talados para la agricultura», agrega.

«Sin embargo, la fabricación de herramientas de piedra se remonta a hace más de dos millones de años y se ha realizado poca investigación sobre el impacto de esta actividad. Messak Settafet es el ejemplo más antiguo demostrado de las cicatrices de la actividad humana en todo un paisaje. Los efectos de nuestra tecnología en el medio ambiente pueden ser considerablemente mayores de lo que se pensaba», afirma Mirazon Lahr.

Imanes para las poblaciones de homínidos
«Está claro por la escala de la actividad cómo eran de importantes las herramientas de piedra y se ve que los homínidos africanos fueron fuertemente dependientes de la tecnología -subraya Foley-. Paisajes como estos deben haber sido imanes para las poblaciones de homínidos, bien para conseguir piedras o como residencia».

Los investigadores dicen que si, como parece probable, el éxito de las comunidades de la Edad de Piedra dependía en gran medida de la fabricación de herramientas, supondría una enorme ventaja conocer, recordar y, de hecho, controlar el acceso a las zonas con una «superabundancia» de las materias primas, como este área de Settafet Messak.

«Los homínidos pudieron haberse vinculado a estas áreas, incapaces de alejarse demasiado si la supervivencia dependía del acceso a las materias primas para las herramientas, y obligados a hacer otras adaptaciones subordinadas a esa necesidad», argumenta Mirazon Lahr.

Una manera en la que el impacto ambiental de la excavación para herramientas por parte de los homínidos puede haber sido positiva para los seres humanos posteriores es a través de grupos de pequeños pozos de explotación de canteras repartidos por todo el paisaje, de hasta un máximo de dos metros de diámetro y 50 centímetros de profundidad. Estos pozos han conservado la humedad, con aguas superficiales aún hoy visibles después de las lluvias.

Al combinar sus datos con amplios estudios previos llevados a cabo en África, los investigadores trataron de estimar aproximadamente la cantidad de piedra que había sido utilizada como herramientas. Aunque la fabricación de herramientas de piedra se remonta por lo menos 2,5 millones de años, los autores limitaron la estimación a un millón de años. Así, calculan una densidad media de entre 0,5 y 5 millones de artefactos de piedra por kilómetro cuadrado de África, el equivalente a entre 42 y 84.000.000 de las grandes pirámides de Guiza.

Robert Zatorre: Todo el cerebro está dedicado a la música

Por Marta Palomo – El argentino Robert Zatorre es cofundador del laboratorio de investigación Brain, Music and Sound (BRAMS) en Canadá y uno de los mayores expertos mundiales sobre cómo el cerebro procesa la música y produce emociones. De joven quería ser organista pero se dio cuenta que sería mejor científico. La canción del verano no le llama mucho la atención.

¿Por qué hacemos música?

No tenemos la respuesta. Pero junto con el lenguaje, es una seña de identidad de todo ser humano.

¿Y es exclusiva de los seres humanos?

Totalmente. Hay algunos especialistas que hablan de música para referirse al canto de los pájaros, pero yo creo que no es lo mismo. La canción de las aves tiene como función la defensa del territorio y, que yo sepa, nadie se pone música en su casa con el objetivo de ahuyentar al vecino. Además, desde un punto de vista neurológico, el cerebro de los pájaros y el de los mamíferos no tiene nada que ver. Ni siquiera el cerebro de animales más cercanos a nosotros, como el chimpancé, tiene ninguna función musical.

Robert Zatorre

Robert Zatorre: catedrático de Neurología y Neurocirugía de la Universidad McGill. Imagen: SINC

¿Qué funciones tiene?

Muchas y muy valiosas. Para empezar es universal. No existe ni ha existido cultura humana que no tenga música. Pensemos en bodas, fiestas, entierros… Es impensable que exista un rito social o un momento importante en la vida sin música. Su función principal es la de cohesión social ya que a través de ella el grupo se siente unido en un acto o en un estado de ánimo, como pasa con los himnos nacionales y de fútbol. Otra función no menos importante es la del vínculo emotivo que crea entre la madre y el hijo. La música modula el estado de ánimo de un bebé ya que este responde muy temprano a ritmos y armonías.

¿Así como el lenguaje tiene áreas especializadas en el cerebro, la música también?

No me gusta hablar de zonas especializadas porque creo que todo el cerebro está dedicado a la música. Pero sí hay algunas. Por ejemplo, con técnicas de neuroimagen hemos observado neuronas en la corteza auditiva que responden a la altura tonal. Los pacientes con lesiones en esta región tienen ‘amusia’, se dan cuenta del volumen y la duración de una nota, pero no del tono. No reconocen las canciones y no saben por qué a la gente le gusta tanto la música.

¿Alguna región ‘musical’ más?

En paralelo con la zona de Broca, relacionada con el lenguaje, existe una región frontal que es muy importante para unir los sonidos en el tiempo. Para entender una canción es necesario un circuito que establezca relaciones entre las distintas notas. El cerebro trabaja con la música igual que con el lenguaje. Los sonidos individuales no representan nada, pero sí la relación entre ellos: las notas forman acordes, que forman melodías, que forman temas…    Leer más de esta entrada

Nuevas mediciones podrían confirmar la hipótesis Gaia

Por Yaiza Martínez. Una novedosa herramienta de análisis del ciclo del azufre determinará si es o no cierto que nuestro planeta se autorregula, como cualquier otro ser vivo. En 1979, se hizo pública la denominada hipótesis Gaia, que postulaba que la atmósfera y la parte superficial del planeta Tierra se comportan como un organismo vivo. Pero, ¿es realmente la Tierra (Gaia) un ser vivo gigante?

Imagen NASA

Un método recientemente desarrollado por científicos de la Universidad de Maryland, en Estados Unidos, basado en las mediciones del ciclo del azufre, podría desvelar esta incógnita. En 1979, el químico James Lovelock y la bióloga Lynn Margulis hicieron pública la denominada hipótesis Gaia, que postulaba que la atmósfera y la parte superficial del planeta Tierra se comportan como un todo coherente y un sistema autorregulador que tiende al equilibrio, en definitiva, como un organismo vivo. Según publica dicha Universidad en un comunicado la clave estaría en un elemento químico que se encuentra entre los 10 más abundantes del universo: el azufre.


En los océanos, los organismos marinos producen un compuesto del azufre, el dimetilsulfuro, que es lo suficientemente estable como para resistir la oxidación del agua y que se produzca su transferencia al aire y a la superficie terrestre. Es lo que se denomina el “ciclo del azufre”, un proceso que se desarrolla a través de la tierra, la atmósfera y los seres vivos marinos, y que juega un papel crucial tanto en el clima como en la salud de los organismos y ecosistemas.

De hecho, las emisiones de dimetilsulfuro son esenciales para la regulación del clima, a través de su transformación en aerosoles, que se cree influyen en el equilibrio de radiación térmica terrestre.

Lo que han hecho Harry Oduro, de la Universidad de Maryland, en colaboración con el geoquímico James Farquhar, y la bióloga marina Kathryn Val Alstyne, de la Western Washington University, es desarrollar una herramienta que posibilita el rastreo y la medición del sulfuro a lo largo de todo el ciclo del azufre: desde la metabolización de estos compuestos por parte de los organismos oceánicos hasta la atmósfera y la tierra.     Leer más de esta entrada

El ser humano ya causó la extinción de especies hace 100.000 años

Las olas de extinciones que se produjeron hace 100.000 años, que eliminaron a algunos de los animales más grandes del mundo, fueron causadas por el ser humano y el cambio climático, según una nueva investigación de la Universidad de Cambridge, publicada en la revista PNAS.El ser humano ya causó la extinción de especies hace 100.000 años.

Mediante el examen de la extinción ocurrida durante el Cuaternario tardío (hace 700.000 años), pero centrándose principalmente en los últimos 100.000 años, los científicos han sido capaces de evaluar la importancia relativa de los diferentes factores que causaron la extinción de gran parte de la megafauna terrestre del mundo -los animales de 44 kg, o más. Estas extinciones incluyen a los mamuts de Norteamérica y Eurasia, los mastodontes y los perezosos gigantes de las Américas, el rinoceronte lanudo de Europa, los canguros ywombats gigantes de Australia, y las moas gigantes (aves no voladoras) de Nueva Zelanda.

Los investigadores utilizaron datos de un núcleo de hielo de la Antártida, uno de los más largos registros de funcionamiento de los cambios en el clima de la Tierra- que abarca los últimos cientos de miles de años. También, recopilaron información sobre la llegada de los humanos modernos de África a cinco masas diferentes (América del Norte, América del Sur, la mayor parte de Eurasia, Australia y Nueva Zelanda). Leer más de esta entrada

Es posible que los Neandertales navegaran en el mar

Parece que los neandertales podrían haber surcado los mares antes que los seres humanos modernos. La creciente evidencia sugiere que nuestros parientes extintos atravesaron el Mediterráneo en barcos hace 100.000 años – aunque no todos los científicos están convencidos y algunos opinan que no eran sino buenos nadadores.

Los neandertales vivieron por todo el Mediterráneo desde hace 300.000 años hasta su extinción. Sus distintivas  herramientas de piedra «musterienses» se encuentran en el continente griego y, curiosamente, también se han encontrado en las islas griegas de Lefkada, Kefalonia y Zakynthos . Esto podría explicarse de dos maneras: o bien las islas no eran islas en el tiempo, o nuestros primos lejanos cruzaron el agua de alguna forma.

Ahora, George Ferentinos de la Universidad de Patras en Grecia dice que podemos descartar la primera. Las islas, afirma, han permanecido aisladas de  tierra firme durante todo el tiempo que las herramientas han estado en ellas.

Ferentinos recopiló datos que mostraron que el nivel del mar era 120 metros más bajo hace 100.000 años, ya que el agua estaba congelada en los casquetes polares. Pero el lecho marino frente a Grecia continental hoy desciende a unos 300 metros, lo que significa que cuando los neandertales estaban en la región, el mar habría tenido por lo menos 180 metros de profundidad (Journal of Archaeological Science , DOI: 10.1016 / j.jas.2012.01.032).

Ferentinos piensa que los neandertales tuvieron una cultura marinera durante decenas de miles de años. Los seres humanos modernos, en cambio, se cree que salieron a la mar hace tan sólo 50.000 años, en su camino hacia Australia.

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Hace 40.000 años el sur de Andalucía era tan frío como la Escandinavia actual

En Público.es  17/2/2012

Hace 40.000 años la temperatura media anual de la turbera de El Padul, un área situada en la provincia de Granada, oscilaba entre los 9 y los 11 grados centígrados, más o menos la misma que tienen hoy en día en el sur de la península Escandinava y Dinamarca.

Esta es la principal conclusión de un estudio realizado por un equipo de científicos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y que acaba de publicarse en la revista Quaternary Science Rewiews.

Los investigadores han llegado a esta conclusión tras estudiar los restos de tres mamuts lanudos encontrados en la turbera en 1983, los más meridionales registrados en Europa.

Los especímenes estudiados datan de unos episodios muy fríos y secos que afectaron a toda Europa, llegando incluso al sur de la Península Ibérica, hace entre 30.000 y 40.000 años.

«A partir del análisis de isótopos estables realizados en restos de dientes y huesos hemos visto que estos mamuts vivieron en una área esteparia bastante árida, que podría estar situada a decenas o cientos de kilómetros al oeste de El Padul, y que puntualmente, cuando las condiciones climáticas eran especialmente extremas, migraban a la zona de la turbera», explica el investigador del CSIC Antonio Delgado, del Instituto Andaluz de Ciencias de la Tierra.

Los grandes mamíferos, como los elefantes o los mamuts lanudos, necesitan grandes cantidades de agua y comida fresca a diario, lo que deja una señal isotópica en sus tejidos capaz de dar pistas sobre las condiciones climáticas de la época en la que vivieron.

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