La alfombra de herramientas de Messak Settafet: una obra de cientos de miles de años

Fuente: PlosOne a través de ABC

Un nuevo estudio intensivo de la escarpadura de Messak Settafet, un afloramiento masivo de piedra arenisca en medio del desierto del Sáhara, ha demostrado que las herramientas de piedra se producen de manera ubicua en todo el paisaje, con un promedio de 75 artefactos por metro cuadrado, o 75 millones por kilómetro cuadrado.

Los investigadores, cuyo trabajo se publica este miércoles en la revista «Plos One», dicen que esta gran «alfombra» de herramientas de la Edad de Piedra es el primer ejemplo conocido de todo un paisaje modificado por los homínidos. Messak Settafet tiene una longitud total de 350 kilómetros, con una anchura media de 60 kilómetros y partes del paisaje son «antropogénicas» o hechas por el hombre, mediante la creación de herramientas durante cientos de miles de años.

El equipo de investigación ha utilizado este y otros estudios para tratar de estimar el volumen de las herramientas de piedra durante el último millón de años de evolución humana procedentes solo del continente africano. Dicen que es el equivalente a más de una Gran Pirámide de Guiza por kilómetro cuadrado de todo el continente (2,1 x 1.014 metros cúbicos de roca).

Imágenes del estudio publicado en la revista «Plos One»

«La piedra arenisca Messak, ahora en medio de los vastos mares de arena de Libia, habría sido una roca de alta calidad para que la rompieran los homínidos. El paisaje es, en efecto, una alfombra de herramientas de piedra, probablemente hecha en el Pleistoceno Medio y Superior», afirma el doctor Robert Foley, del Centro Leverhulme de Estudios Evolutivos de la Universidad de Cambridge, quien condujo la investigación junto a su colega Marta Mirazon Lahr.

«El término «Antropoceno» ahora se utiliza para indicar el punto en que los seres humanos comenzaron a tener un efecto significativo sobre el medio ambiente», señala Mirazon Lahr. «El momento crítico puede ser el comienzo de la revolución industrial, hace unos 200 años. Algunos hablan de un ‘Antropoceno temprano’ hace unos 10.000 años, cuando los bosques comenzaron a ser talados para la agricultura», agrega.

«Sin embargo, la fabricación de herramientas de piedra se remonta a hace más de dos millones de años y se ha realizado poca investigación sobre el impacto de esta actividad. Messak Settafet es el ejemplo más antiguo demostrado de las cicatrices de la actividad humana en todo un paisaje. Los efectos de nuestra tecnología en el medio ambiente pueden ser considerablemente mayores de lo que se pensaba», afirma Mirazon Lahr.

Imanes para las poblaciones de homínidos
«Está claro por la escala de la actividad cómo eran de importantes las herramientas de piedra y se ve que los homínidos africanos fueron fuertemente dependientes de la tecnología -subraya Foley-. Paisajes como estos deben haber sido imanes para las poblaciones de homínidos, bien para conseguir piedras o como residencia».

Los investigadores dicen que si, como parece probable, el éxito de las comunidades de la Edad de Piedra dependía en gran medida de la fabricación de herramientas, supondría una enorme ventaja conocer, recordar y, de hecho, controlar el acceso a las zonas con una «superabundancia» de las materias primas, como este área de Settafet Messak.

«Los homínidos pudieron haberse vinculado a estas áreas, incapaces de alejarse demasiado si la supervivencia dependía del acceso a las materias primas para las herramientas, y obligados a hacer otras adaptaciones subordinadas a esa necesidad», argumenta Mirazon Lahr.

Una manera en la que el impacto ambiental de la excavación para herramientas por parte de los homínidos puede haber sido positiva para los seres humanos posteriores es a través de grupos de pequeños pozos de explotación de canteras repartidos por todo el paisaje, de hasta un máximo de dos metros de diámetro y 50 centímetros de profundidad. Estos pozos han conservado la humedad, con aguas superficiales aún hoy visibles después de las lluvias.

Al combinar sus datos con amplios estudios previos llevados a cabo en África, los investigadores trataron de estimar aproximadamente la cantidad de piedra que había sido utilizada como herramientas. Aunque la fabricación de herramientas de piedra se remonta por lo menos 2,5 millones de años, los autores limitaron la estimación a un millón de años. Así, calculan una densidad media de entre 0,5 y 5 millones de artefactos de piedra por kilómetro cuadrado de África, el equivalente a entre 42 y 84.000.000 de las grandes pirámides de Guiza.

El éxito del «Homo sapiens» se debió a sus capacidades simbólicas y espaciales

Vía Terra Antiquae   14/5/2012 que su vez lo captó Vía: Université de Montreal| 8 de mayo de 2012

Si bien la desaparición de los neandertales sigue siendo un misterio, los paleoantropólogos tienen una mayor comprensión de lo que permitió a sus jóvenes primos, el Homo sapiens, conquistar el planeta.

De acuerdo con 
Ariane Burke, profesora del Departamento de Antropología de la Universidad de Montreal, y según un estudio publicado en Quaternary International, la rápida dispersión de los humanos anatómicamente modernos no se debió tanto a una inteligencia superior o a mejores técnicas de caza y recolección, sino más bien a la creación de objetos simbólicos que les permitieron ampliar sus relaciones sociales a través de vastos territorios.


Simbolismo e intercambio social

El
 Homo sapiens llegó a Europa hace unos 45.000 años, procedente de África. En menos de 15.000 años se las arregló para ocupar la totalidad de Europa y Eurasia, una expansión extremadamente rápida. Los neandertales, por el contrario, nacieron de Europa, apareciendo en el continente hace más de 250.000 años, después de que sus antepasados, el
 Homo ergaster, se hubieran establecido 600.000 años antes. Homo sapiensAunque fisiológicamente bien adaptados al clima frío de los períodos glaciales y postglaciales, ¿por qué los neandertales no tuvieron tanto éxito como sus recién aterrizados rivales en la colonización del continente?
 «Los neandertales eran capaces de cazar animales de manada, de realizar caza mayor», dijo la investigadora.
 «También sabían cómo alimentarse de crustáceos, plantas y frutos secos».

Por otra parte, ocuparon diversos territorios con variedad de climas, que van desde la Península Ibérica hasta Oriente Medio y las montañas del Altai. Sin embargo, nunca ocuparon las llanuras del norte de Europa, donde habrían sido capaces de sobrevivir bastante bien.

Con base a estos hechos, y teniendo en cuenta que los territorios ocupados por los neandertales eran pequeños y distantes entre sí, Burke especula que la superioridad del
 Homo sapiens se encontraba en su organización social, la cual se desarrolló durante el Paleolítico Medio entre 200.000 y 35.000 años atrás. Este organización social «moderna» se caracterizaba por el mantenimiento de relaciones personales, a pesar de la ausencia de las personas implicadas y de las largas distancias.

La extensión de estas relaciones fue posible gracias a la invención de objetos culturales y simbólicos, los cuales facilitaron el intercambio entre grupos.
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Las lenguas Indo Europeas se originaron en Anatolia

Martín Cagliani – El castellano, el catalán o el gallego que hablamos, leemos y escribimos son parte de la familia de lenguas indoeuropeas, la más grande del mundo, es decir la que más gente habla en el planeta. La mayoría de Europa y América, mas parte de Asia, hablan idiomas indoeuropeos. Doce de estos idiomas son parte de las 20 lenguas más habladas del mundo, que son el español, inglés, hindi, portugués, bengalí, ruso, alemán, maratí, francés, italiano, punjabi y urdú. Durante los últimos dos mil años, la mayoría de estas lenguas han sido escritas, y su historia contada, pero todavía sigue la controversia sobre cómo, cuándo y dónde fue el origen de esta familia de lenguajes.

indoeuropeosEl que estén relacionados indica que tuvieron un origen común, ahora un equipo internacional de expertos ha publicado un estudio en al último número de Science, sobre un análisis bayesiano filogeográfico, es decir, utilizando la probabilística para hacer un estudio lingüístico y espacial de los idiomas indoeuropeos.

  La mayoría de los estudios históricos y lingüísticos actuales ubican el origen geográfico de esta familia lingüística en la región conocida como estepa Póntica, hace unos 6.000 años en lo que hoy es Ucrania. Las pruebas son de lo que se conoce como paleolingüística: algunas palabras relacionadas con la tecnología de los vehículos con ruedas se encuentran en todas las lenguas de la familia, y la arqueología ha demostrado que que los vehículos con ruedas no son más antiguos que esa fecha, y se ubican en esa región.

Pero una minoría vincula el origen de la familia indoeuropea con la expansión de la agricultura desde la península de Anatolia, hace unos 8.000 a 9.500 años. El nuevo estudio publicado en Science, apoya con pruebas a esta visión minoritaria. Se trata de un análisis que combina un modelo de la evolución de los léxicos de los idiomas individuales con un modelo espacial explícito de la dispersión de los hablantes de esos idiomas. Se han utilizado eventos conocidos en el pasado para calibrar cronológicamente el árbol familiar de los idiomas indoeuropeos.

Gracias a los léxicos, las palabras dentro de cada uno de los idiomas, pudieron retroceder en el tiempo, reduciendo el gran espacio cubierto en la actualidad por los lenguajes indoeuropeos hasta la pequeña región en la cual se originó ese lenguaje común a todos ellos. Y esa región es consistente con la que comentábamos antes relacionada con la expansión de la agricultura, en Anatolia, lo que hoy es Turquía.

Fuente: AlphaGalileo

Un cambio climático acabó con la civilización del Valle del Indo

Un nuevo estudio publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS) que combina las últimas evidencias arqueológicas con las últimas tecnologías de la geociencia, ha demostrado que el cambio climático fue un ingrediente clave en el colapso de las civilizaciones presentes en el Valle del Indo hace 4.000 años. El estudio también resuelve el debate que lleva tanto tiempo abierto sobre el origen y el destino del Sarasvati, el río sagrado de la mitología hindú.

Mohenjo-daro Rey Sacerdote

Estatua del rey sacerdote, en Mohenjo-daro, usando ajrak sindhi, periodo harappano maduro tardío, Museo Nacional (Karachi, Pakistán)

Se extiende más de 1 millón de kilómetros cuadrados a través de las llanuras del río Indo, desde el Mar Arábigo hasta el Ganges, a través de lo que es ahora Pakistán, el noreste de India y el este de Afganistán, la civilización del Valle del Indo es la más antigua, al menos que sepamos, de las primeras culturas urbanas, que también incluyen a Egipto y Mesopotamia. Sus contemporáneos, los Harappanos, vivían cerca de las riveras para aprovecharse de la fertilidad de esas zonas. «Hemos reconstruido la dinámica del paisaje de la llanura donde se desarrolló la civilización del Indo de 5200 años atrás, cómo construyeron sus ciudades, y poco a poco se desintegraron entre 3900 y 3000 años atrás«, explica Liviu Giosan, un geologista de Woods Hole Oceanographic Institution (WHOI) y autor principal del estudio publicado sobre el fin de estas culturas.

Hoy en día, numerosos restos de los asentamientos de los harappanos están localizados en la región desértica, lejos de cualquier río fluvial. En contraste a Egipto y Mesopotamia, que han seguido unos cánones clásicos de desarrollo, esta cultura en el sur de Asia con una población que representaba el 10 por ciento de la población mundial, fue totalmente olvidada hacia 1920. Desde entonces, una oleada de investigaciones arqueológicas en Pakistán y la India ha descubierto una cultura urbana sofisticada, con multitud de rutas comerciales internas y bien establecidos los enlaces marítimos con Mesopotamia, estándares en la construcción de edificios, sistemas sanitarios, etc. «Consideramos que es el momento de que un equipo de científicos interdisciplinarios contribuyan al debate sobre cuál fue el destino de esa gente» ha añadido.

La investigación ha sido llevada a cabo entre 2003 y 2008 en Pakistán, desde la costa del océano Arábigo hasta los fértiles valles de Punjab y el norte del desierto de Thar. El equipo internacional incluye científicos de EEUU, Inglaterra, Pakistán, India y Rumanía. Todos expertos en geología, geomorfología, arqueología y matemáticas. Combinando imágenes por satélite y datos topográficos, los investigadores han analizado mapas digitales de las zonas cercanas al Indo y a los ríos vecinos.

«Una vez conseguida esta nueva información sobre la historia geológica, hemos podido reexaminar todo lo que ya sabíamos sobre los yacimientos, lo que plantaban y cuándo, y cómo iba cambiando todo lentamente» explica el co-autor, Dorian Fuller, arqueólogo de la Universidad de Londres.

El nuevo estudio sugiere que el descenso en las lluvias del monzón llevó a una dinámica de ríos debilitados, y supuso un cambio crítico ya que los harapanos se servían de esta gran cantidad de agua para cuidar de sus excedentes alimenticios lo que acabó por llevarles a su desaparición.    Leer más de esta entrada

Cabezo Juré: obreros del metal del 3.000 aC en la península Ibérica

En Cabezo Juré, un yacimiento arqueológico de Alosno (Huelva) del 3000 antes de Cristo, había toda una industria dedicada a trabajar el cobre. El grupo Midas III Milenio Antes de Nuestra Era (ANE) del área de Prehistoria del Departamento de Historia I de la Universidad de Huelva, que investiga el yacimiento desde 1991, puede certificar, con las últimas dataciones de carbono 14, que hace 5.000 años se dio en ese lugar «la primera actividad de producción especializada industrial de cobre en la península Ibérica«, señaló Francisco Nocete, catedrático de Prehistoria de la Onubense y responsable del grupo de investigación.

Instrumentos hallados en el yacimiento Cabezo Juré.

Instrumentos hallados en el yacimiento Cabezo Juré (Huelva)

Los últimos trabajos en Cabezo Juré y su cronología fueron publicados, entre otros, en la revista Journal of Archaeological Science, una de las más prestigiosas a nivel científico. «Cabezo Juré es uno de los asentamientos metalúrgicos más antiguos de la península Ibérica y, junto con el de Valencina de la Concepción, en Sevilla, presenta uno de los contextos de producción metalúrgica de toda la prehistoria europea«, explicó Moisés Rodríguez Bayona, doctor en Prehistoria y Arqueología y miembro del grupo de investigación. Su trabajo sobre la tecnología de producción en los objetos de metal, publicado en los British Archaelogical Reports de Oxford, es uno de los estudios que conforman la columna vertebral del proyecto.

Cabezo Juré rompe el debate científico sostenido hasta ahora en torno a la actividad metalúrgica en la península Ibérica. «Esta investigación rompe con la tradicional interpretación que aseguraba que en la península la actividad metalúrgica o no existía o la importaron otros pueblos o era poco significativa en esas fechas«, señaló Rodríguez Bayona. «Dos mil años antes de que los fenicios estuvieran aquí, en Cabezo Juré ya se explotaban los recursos mineros y se desarrollaba una intensa actividad metalúrgica«, subrayó el investigador.

¿Por qué en Cabezo Juré? Los responsables del proyecto defienden dos argumentos: «En la faja pirítica de Huelva se halla la principal fuente de recursos de cobre de Europa Occidental«, explica Francisco Nocete y, añade, que «en el sur de la península Ibérica existía desde el cuarto milenio antes de Cristo una sociedad jerarquizada con una organización política con capacidad para producir excedentes económicos y movilizar recursos, además de tener capacidad de consumo«. «Todo ello converge en Cabezo Juré«, destaca el catedrático.

Francisco Nocete está convencido de que se hallan, no obstante, en el umbral de una investigación mucho más profunda. «La presencia de metales pesados en la línea de costa nos muestra una intensidad en la actividad en ese periodo que nos lleva a pensar que Cabezo Juré es la punta del iceberg de un sistema mucho más amplio«, remarcó Nocete. El grupo Midas, de hecho, desarrolla actualmente un proyecto de investigación en Portugal, donde están registrando contextos arqueológicos (minas y poblados) que, a priori, pueden estar vinculados también con la historia de la primera metalurgia peninsular.

Los investigadores llaman la atención sobre el grado de «sofisticación para esa época» de los primeros fabricantes de cobre. «Ya conocían los hornos, manejaban temperaturas de hasta 1.200 grados, poseían instrumentos específicos como toberas o crisoles: Elementos que nos llevan a pensar que tenían un control absoluto de la producción y de cómo explotar los recursos minerales«.

Fuente:  El País Andalucía 20/4/2012

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ADN permite comprender cómo se extendió la agricultura en Europa

El análisis de ADN de hace 5.000 años, tomado de los restos de cuatro seres humanos de la Edad de Piedra, encontrados en Suecia, está ayudando a los investigadores a comprender cómo se extendió la agricultura por Europa, en el pasado. Concretamente, el autor principal del estudio, publicado en ‘Science’, Pontus Skoglund, la práctica de la agricultura parece haberse extendido con los migrantes, desde el sur hasta el norte de Europa.  Cazadores-recolectoresLa agricultura no fue lo único que los primeros agricultores europeos introdujeron en la región. Sobre la base de los datos genéticos, los investigadores afirman que los primeros agricultores de Europa mezclaron sus genes con los cazadores-recolectores, una relación que preparó el camino hasta el genoma europeo actual.

 «Se han analizado los datos genéticos de dos culturas diferentes –una de cazadores-recolectores, y otra de agricultores– que existieron en la misma época, a menos de 400 kilómetros de distancia la una de la otra», ha explicado Skoglund, quien ha añadido que, «después de comparar los datos con las poblaciones humanas modernas de Europa, se ha encontrado que los cazadores-recolectores de la Edad de Piedra estaban fuera de la variación genética de las poblaciones modernas, pero eran más parecidos a los individuos finlandeses; y que los agricultores analizados, muestran una estrecha similitud con las poblaciones del Mediterráneo».

Estos descubrimientos podrían tener algo que ver con la expansión de la agricultura en toda Europa, según los investigadores. La mayoría de expertos coinciden en que el modo de vida agrícola se originó hace unos 11.000 años, en Oriente Próximo, antes de llegar al continente europeo, unos 5.000 años más tarde. Ahora, este nuevo estudio podría ayudar a los científicos a comprender el impacto de esa revolución de la agricultura, sobre la diversidad humana.

Skoglund y sus colaboradores llevaron a cabo su análisis con antiguos restos de tres cazadores-recolectores, asociados con la cultura Pitted Ware (cerámica agujereada), encontrados en la isla de Gotland, en Suecia, junto con los de un agricultor, que se asoció con la cultura campaniforme, encontrado en Gökhem, también en Suecia.

Los antiguos cazadores-recolectores mostraron una firma genética distinta, similar a la de los europeos del norte de hoy; mientras que la firma genética de los agricultores se asemeja mucho a la de los europeos del sur, según los investigadores. Curiosamente, estos genomas antiguos no comparten muchas similitudes con el de los suecos actuales, a pesar de haber sido descubiertos en Suecia.

«El hecho de que los cazadores-recolectores sean más similares a los finlandeses, y otras poblaciones del norte, sugiere que fueron la última parte importante de la población mesolítica que ocupó gran parte de Europa, antes de que los primeros agricultores aparecieran», ha explicado el coautor del informe, Anders Götherström.

Los investigadores han concluido que los primeros agricultores de Europa viajaron hacia el norte, atravesando el continente, y se instalaron en estas regiones, mezclándose con las poblaciones de cazadores-recolectores.

Fuente: Europa Press  27/4/2012

Niños y chimpancés imitan el comportamiento de la mayoría

Por Teresa Guerrero – La tendencia a imitar lo que hacen los demás no es exclusiva de los adultos humanos. Desde bien pequeños, los niños también optan por seguir a la mayoría, según ha comprobado una investigación publicada en ‘Current Biology’.

Estudio 1

Representación de las diferentes opciones en uno de los ejercicios. | C.B.

Además, los investigadores del Instituto Max Planck que firman este estudio han detectado que los chimpancés se comportan de una forma parecida. Los orangutanes, sin embargo, otros primates muy cercanos al hombre, son más independientes y menos influenciables a la hora de dejarse guiar por las decisiones de los demás.

Tras realizar tres experimentos, los científicos comprobaron que los niños de dos años de edad son más propensos a imitar una acción que han visto realizar a tres pequeños de su entorno, que si esa acción ha sido realizada por un solo niño y repetida varias veces. Lo mismo ocurre con los chimpancés.

Los autores del estudio, liderados por Daniel Haun, creen que el hallazgo muestra que humanos y chimpancés comparten estrategias para el aprendizaje social. «Creo que poca gente esperaba que los niños de dos años estén ya influenciados por la mayoría«, señala Haun, que aconseja a padres y profesores que presten atención a las dinámicas de estas interacciones entre niños.

A pesar de que la idea de que a tan temprana edad ya se muestren tan influenciables no parece algo positivo, los autores de este artículo destacan que imitar lo que hace la mayoría tiene sus ventajas desde un punto de vista evolutivo. Afirma Haun que la tendencia a adquirir los comportamientos de la mayoría ha sido clave para transmitir estrategias de comportamiento relativamente seguras y productivas.

La transmisión cultural, subrayan los autores, es un componente clave de la evolución humana. Los científicos creen que los chimpancés (‘Pan troglodytes’) y los orangutanes (‘Pongo pygmaeus’), dos de las especies más próximas al hombre (‘Homo sapiens’), también comparten sus costumbres generación tras generación,, aunque se desconocía hasta qué punto esta transmisión se parece a la de los humanos. La tendencia a comportarse de la misma forma que lo hace la mayoría no había sido demostrada en primates hasta ahora.    Leer más de esta entrada

El primate que quería volar

Rosa M. Tristán. – Cuando ya se han escrito tantas obras sobre evolución humana parece que no es fácil encontrar el enfoque que consiga captar la atención tanto de aquellos que ya saben algo de nuestras raíces como quienes aún no se han acercado a este intrincado pasado, pero el paleontólogo Ignacio Martínez, miembro del equipo de investigación de Atapuerca, lo ha conseguido en su último libro, «El primate que quería volar» (Espasa).

Biólogo de carrera, el autor reconoce que queria contar «la historia según Martínez» y dar una vuelta a toda la información sobre el origen de la especie que ha ido apareciendo en los últimos años y han cambiado el escenario.

E primate que quería volar

'El primate que quería volar' / Ignacio Martínez / Edita ESPASA / Año 2012 / 250 páginas / 19,90 euros

En esa vuelta a la memoria, el primer gran capítulo lo dedica a los «Hombros de gigantes», es decir, a aquellos personajes anteriores al siglo XX que sentaron las bases de la biología y la evolución, como Huxley o Darwin.

A continuación, comienza el largo recorrido por los hallazgos de ancestros humanos que se fueron sucediendo desde finales del siglo XIX, que fueron dando forma a ese enmarañado arbusto evolutivo que configura el linaje humano. «En esta parte, cada capítulo se lo dedico a personajes que han sido muy relevantes, como es el caso de Mary Leakey o Raimond Dart«, explica Martínez.

Lentamente, en este largo caminar desde los primeros ‘Homo australopithecus‘ hasta los ‘sapiens’, los lectores van acercándose no sólo a sus ancestros sino también a quienes no dudaron en abandonar sus cómodas vidas en las universidades para irse a picar y sacar escombros en yacimientos, muchos de ellos en África, donde las condiciones eran, y aún son, muy duras.

Otra importante parte del volumen se dedica, como no podía se menos, a la Sierra de Atapuerca. En esta parte, el autor se centra en cuatro argumentos centrales que son el eje de su trabajo.

Por un lado, va desgranando cómo el registro fósil y de utensilios revela que ha sido el comportamiento colectivo, la sociabilidad, una de las claves de la evolución de la especie. «Y es algo que tiene que ver con los dientes», asegura. «Los primates machos compiten por las hembras y para ello necesitan grandes caninos con los que atemorizar y atacar a los adversarios. En nuestros ancestros, esos dientes comenzaron a disminuir de tamaño y eso significa que eran más sociables, más cooperativos». Más adelante, la creatividad y la capacidad de fabricar cosas se muestra como otras de las claves, desde las primeras herramientas hasta el arte.    Leer más de esta entrada

La Sagrera descubre una enorme fosa con 125 hombres prehistóricos

RAMON COMORERA.  La Barcelona del futuro, la que construye la macroestación del AVE, el nuevo corredor ferroviario cubierto por un parque de Sant Andreu y el centro económico y residencial de La Sagrera, ha topado de nuevo con un pasado que cada vez es más remoto.

Algunos de los restos humanos del neolítico en La Sagrera

Algunos de los restos humanos del neolítico hallados durante los trabajos del AVE en La Sagrera. FRANCESC ANTEQUERA / PAZ BALAGUER

El movimiento de tierras para levantar la terminal ferroviaria ha destapado cerca del puente de Bac de Roda un yacimiento prehistórico sin precedentes por su dimensión y su estado. Los arqueólogos han descubierto hasta ahora, porque los trabajos siguen y continuarán durante bastante tiempo, los restos de 125 individuos del neolítico de unos 4.000 años de antigüedad.

La espectacular masa de huesos de la fosa que se va desenterrando progresivamente muestra que los cuerpos descarnados no han sido removidos en estos siglos. Su disposición es la misma que cuando fueron sepultados, probablemente en un periodo muy corto de tiempo, sin signos de violencia.

«Es un hallazgo excepcional, de referencia internacional, de aquellos que salen en los libros de historia», dijo ayer a este diario Josep Pujades, responsable de intervenciones arqueológicas del Instituto de Cultura de Barcelona que dirige el teniente de alcalde del área, Jaume Ciurana. Los enterramientos prehistóricos con tantos individuos son muy infrecuentes y aún más con la mayoría de cuerpos en una disposición que los expertos llaman de conexión anatómica, es decir, con los huesos en la posición original del cuerpo humano, sin remover.    Leer más de esta entrada

¿Una nueva especie humana hallada en China?

La investigación aparece publicada en PLoS One y es, cuando menos, desconcertante. Se trata del descubrimiento en cuevas del suroeste de China de unos restos humanos pertenecientes al menos a cuatro individuos con una rara mezcla de características anatómicas arcaicas y modernas. Los científicos australianos y chinos que han estudiado los fósiles creen que puede tratarse de una especie humana previamente desconocida, una especie que compartió espacio con los humanos modernos hace de 14.500 a 11.500 años, un tiempo en el que comenzaban a establecerse en esa zona de Asia las primeras culturas agrícolas. Les llaman los «hombres del ciervo rojo» porque se alimentaban de este animal extinto. Por supuesto, esto es tan solo una atrevida hipótesis de estudio, ya que también podrían ser, algo menos emocionante pero más probable, simplemente seres humanos modernos con rasgos distintos, como ocurre actualmente entre las diferentes etnias mundiales.Reproducción artística del aspecto del «hombre del ciervo rojo»

El equipo dice haber sido cauto en la clasificación de los fósiles (dientes, cráneos y mandíbulas), debido a su inusual mezcla de características. «Estos nuevos fósiles podrían ser de una especie previamente desconocida, una que sobrevivió hasta el final de la Edad de Hielo hace unos 11.000 años», dice el profesor Darren Curnoe, de la Universidad de Nueva Gales del Sur. «Alternativamente, también podría representar una migración muy temprana y desconocida hasta ahora de los humanos modernos fuera de África, una población que pudo no haber contribuido genéticamente a la gente que vive actualmente».

Los restos de al menos tres individuos fueron hallados por los arqueólogos chinos en Maludong (o Cueva del Ciervo Rojo), cerca de la ciudad de Mengzi, en la provincia de Yunnan en 1989. Se quedaron sin estudiar hasta que la investigación se inició en 2008, con la participación de científicos de seis instituciones australianas y cinco chinas. Un geólogo chino encontró un cuarto esqueleto parcial en 1979 en una cueva cerca del pueblo de Longlin, en la vecina región de Guangxi Zhuang. Los restos se quedaron atrapados en un bloque de roca hasta 2009, cuando el equipo internacional removió y reconstruyó los fósiles.   Leer más de esta entrada