Artículo por John Cooper/ Trad. por Eugeni López Vanyó.
Es el año 638 dC , el «Año de las cenizas» en la Península Arábiga, que se ve acosada por una terrible sequía. Apenas seis años después de la muerte del profeta Mahoma, las ciudades santas de La Meca y Medina se encuentran en grave peligro, sus ciudadanos, y muchos refugiados del campo, se enfrentan a la inanición. Buscando asistencia, el califa ‘Umar ibn al-Jattab escribe desde Medina a ‘Amr ibn al-As, su general en Egipto, instándole a enviar alimentos para paliar el hambre en el Hiyaz, el corazón del mundo islámico. ‘Amr todavía no había dominado Egipto, cuando recibió órdenes del califa, sin embargo el registro histórico nos cuenta que hizo lo que debía, enviando una descomunal caravana de camellos cargados de alimentos, probablemente en su mayor parte trigo y cebada, a ‘Umar. La caravana hizo su camino desde el valle del Nilo a través de la península del Sinaí, y luego hacia el sur por las montañas de Hiyaz a Medina. Un viaje de unos 1300 kilómetros que les costó un mes.
El líder de la caravana llevaba una respuesta de ‘Amr al califa. «Yo os he enviado los camellos«, escribió. «El primer camello está con usted en Medina, el último me acaba de salir de Egipto.» Entre ambos, dice Ibn ‘Abd al-Hakam, historiador egipcio del siglo IX, una fila ininterrumpida de animales llevó la generosidad del Nilo hasta el Hiyaz. Cuando llegaron a Medina, ‘Umar asignó un camello, con su carga, a cada hogar. Tanto los animales como su carga fueron consumidos por los beneficiarios que padecían hambre. Otras caravanas llegaron procedentes de las tierras hacia el norte, y la catástrofe se evitó.
El esfuerzo, sin embargo, había llevado las posibilidades del transporte por caravana a sus límites y la vulnerabilidad de las ciudades santas, así como la importancia de la riqueza de Egipto, no pasó desapercibida para el califa. ‘Umar escribió de nuevo a ‘Amr con un plan. «Me gustaría que se excavara un canal desde el Nilo de Egipto, de manera que sus aguas fluyeran hacia el mar Rojo«, Ibn ‘Abd al-Hakam cita además a ‘Umar diciendo: «De esa manera, será más fácil transportar los alimentos a la Meca y Medina. Consultad entre vosotros para resolver el asunto.«
La idea del califa no era tan extraordinaria como pudiera parecer. De hecho, se basaba en la memoria de un canal que ya había existido cuando Egipto estaba bajo la dominación romana, y por el cual los buques que transportaban grano de Egipto ya habían navegado en direccion al Hiyaz en el pasado. En el momento de la conquista islámica de Egipto, sin embargo, el canal había caído en desuso y estaba bloqueado con arena y escombros.
Los compañeros de ‘Amr estaban perturbados por el plan del califa ‘Umar, y los líderes de los coptos nativos de Egipto se mostraron molestos sobre todo, porque dudaban de que el proyecto fuera comercialmente beneficioso para ellos, ya que beneficiaría principalmente a Arabia. Ibn ‘Abd al-Hakam informa que instaron a ‘Amr, para inculcar a ‘Umar, que el proyecto era «desmesurado. Inalcanzable. Sin salida«. Pero ‘Umar no podía ser disuadido. «Voy a dar orden de que ningún barco zarpe en el mar Rojo, excepto los que lleven alimentos para las gentes de La Meca y Medina«, afirmó.
Cuando ‘Amr se dio cuenta de que ‘Umar hablaba en serio, rápidamente se dedicó a la tarea de restaurar el antiguo canal hecho por los romanos. Según Ibn ‘Abd al-Hakam, un copto mostró a ‘Amr la ruta del maltrecho canal. A cambio, él y su familia quedaron exentos del impuesto de capitación. En su mayor parte, el Canal del Emir de los Creyentes, ya que asi fue bautizado en honor del califa, seguía la ruta cortada por el canal romano, con una excepción importante: Tenía que encontrar una nueva conexión con el Nilo para evitar terrenos ya destinados a la construcción de Fustat, la nueva capital del Egipto islámico, y predecesora de El Cairo moderno. La boca del canal nuevo estaría situada en la plaza de Sayyida Zaynab, hoy en pleno corazón de El Cairo. Leer más de esta entrada
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