Kati: El destino de los manuscritos andaluces de Tombuctú

«La sal viene del norte, y el oro, desde el sur, Manuscritos Kati
la plata proviene de la tierra de los blancos, pero las palabras de Dios, las cosas santas, las historias hermosas, sólo se pueden encontrar en Timbuktú»- Ahmed Baba al- Massufi (s. XVI).

Ahmed Baba era uno de los eruditos más destacados de Tombuctú en el período medieval. Sus escritos sobre la ciudad pueden entenderse mejor si nos remontamos en el tiempo a Tombuctú del Imperio Songhai en los siglos XV y XVI. Lo que se encuentra en los escritos de Baba es una de las odiseas más dramáticas de la historia cultural de la humanidad, la de los manuscritos de Kati. La historia, sin embargo, comienza en otra parte y va más atrás en el tiempo. Se inicia en Toledo en la España de hoy, y su legado sigue vivo en Tombuctú y otras ciudades de caravanas de África Occidental.

Desde el Tajo hasta el río Níger

Mediado el siglo XV los musulmanes que aún residían en Toledo comenzaban a sentir la presión que la sociedad cristiana, alentada por el poder, ejercía sobre las gentes de otra confesión. Muchos de estos musulmanes eran descendientes de las numerosas familias visigodas e hispano-rromanas convertidas al Islam en los primeros años del siglo VIII, poco después de la conquista. Ese era el caso de los Banu al-Quti, visigodos que adoptaron la fe de Mahoma quizá como una forma de seguir viviendo en la Ciudad de los Concilios bajo dominio omeya. Durante generaciones la peculiar cultura hispano-musulmana debió ir impregnando las formas de vida de esta familia con tolerancia y gusto por el saber y los libros, algo nada extraño entre los habitantes de las principales ciudades de al-Ándalus.

En 1467 Toledo está en llamas .La Toledo cristiana fue, a lo largo de muchos años, también ejemplo de convivencia, pero en la Castilla turbulenta del siglo XV el tiempo de tolerancia se acababa para los al-Quti ante la intransigencia religiosa en alza. Cuentan las crónicas que el 22 de mayo de 1468 un grupo de toledanos no católicos partían al exilio; entre ellos se encontraba el cadí Ali bin Ziyad, miembro de la familia al-Quti que ejercía de juez civil entre los musulmanes de Toledo.

Abarbanel, Farías o Pinedo,
arrojados de España por impía persecución,
conservan todavía la llave de una casa de Toledo.
Libres ahora de esperanza y miedo,
miran la llave al declinar el día;
en el bronce hay ayeres, lejanía,
cansado brillo y sufrimiento quedo. 
Jorge Luis Borges

Ali bin Ziyad al-Quti participó en la rebelión que provocó enfrentamientos entre musulmanes y cristianos. La rebelión es aplastada y el hombre se ve obligado a abandonar. En vez de dirigirse hacia Granada (el último reino islámico de al-Ándalus), se hace a la mar en el Estrecho de Gibraltar, llegando al Norte de África, sin otra cosa en su bolsa que algunos manuscritos. Nadie podría haber predicho que estos manuscritos se convertirían en la semilla de una floreciente escena cultural en África Occidental.

El intercambio cultural y económico entre África Occidental y Al-Ándalus florecía desde el siglo XI, y muchas ciudades africanas se reinventan en virtud de formar parte del oro y las rutas de las caravanas de sal. En el siglo XIV, Timbuktu brillaba como la joya de la corona del Imperio de Malí, gracias en particular a Mansa (Kankan) Musa. Musa reclutaba académicos, intelectuales e incluso los arquitectos de al-Ándalus y Egipto con el fin de convertir su reino en un centro de aprendizaje. La Mezquita Djinguereber, conocida como un centro de aprendizaje, construida por el arquitecto El-Saheli de Granada para Musa, sigue en pie en Timbuktu.

Finalmente, Timbuktu comenzó a aparecer en los mapas comerciales europeos y los estudiantes y académicos musulmanes venían hasta de Arabia y al-Ándalus. La culminación de la influencia andaluza, sin embargo, tendría lugar en el siglo XV a través de la familia Kati bajo el Imperio Songhai. Todo comenzó con Ali bin Ziyad, quien llegó a África occidental llevando sólo sus manuscritos. Su hijo Mahmud comenzó a usar el apellido Kati, por corrupción del nombre familiar al-Quti. Mahmud Kati tuvo una madre africana , y así Kati representó el enlace entre dos culturas.  Leer más de esta entrada

Navegar entre el Mediterráneo y el Mar Rojo

Artículo por John Cooper/ Trad. por Eugeni López Vanyó.

Es el año 638 dC , el «Año de las cenizas» en la Península Arábiga, que se ve acosada por una terrible sequía. Apenas seis años después de la muerte del profeta Mahoma, las ciudades santas de La Meca y Medina se encuentran en grave peligro, sus ciudadanos, y muchos refugiados del campo, se enfrentan a la inanición. Buscando asistencia, el califa ‘Umar ibn al-Jattab escribe desde Medina a ‘Amr ibn al-As, su general en Egipto, instándole a enviar alimentos para paliar el hambre en el Hiyaz, el corazón del mundo islámicoDAVID RUMSEY MAP COLLECTION‘Amr todavía no había dominado Egipto, cuando recibió órdenes del califa, sin embargo el registro histórico nos cuenta que hizo lo que debía, enviando una descomunal caravana de camellos cargados de alimentos, probablemente en su mayor parte trigo y cebada, a ‘Umar. La caravana hizo su camino desde el valle del Nilo a través de la península del Sinaí, y luego hacia el sur por las montañas de Hiyaz a Medina. Un viaje de unos 1300 kilómetros que les costó un mes.

El líder de la caravana llevaba una respuesta de ‘Amr al califa. «Yo os he enviado los camellos«, escribió. «El primer camello está con usted en Medina, el último me acaba de salir de Egipto.» Entre ambos, dice Ibn ‘Abd al-Hakam, historiador egipcio del siglo IX,  una fila ininterrumpida de animales llevó la generosidad del Nilo hasta el Hiyaz. Cuando llegaron a Medina, ‘Umar asignó un camello, con su carga, a cada hogar. Tanto los animales como su carga fueron consumidos por los beneficiarios que padecían hambre. Otras caravanas llegaron procedentes de las tierras hacia el norte, y la catástrofe se evitó.

El esfuerzo, sin embargo, había llevado las posibilidades del transporte por caravana a sus límites y la vulnerabilidad de las ciudades santas, así como la importancia de la riqueza de Egipto, no pasó desapercibida para el califa. ‘Umar escribió de nuevo a ‘Amr con un plan. «Me gustaría que se excavara un canal desde el Nilo de Egipto, de manera que sus aguas fluyeran hacia el mar Rojo«, Ibn ‘Abd al-Hakam cita además a ‘Umar diciendo:  «De esa manera, será más fácil transportar los alimentos a la Meca y Medina. Consultad entre vosotros para resolver el asunto.«

La idea del califa no era tan extraordinaria como pudiera parecer. De hecho, se basaba en la memoria de un canal que ya había existido cuando Egipto estaba bajo la dominación romana, y por el cual los buques que transportaban grano de Egipto ya habían navegado en direccion al Hiyaz en el pasado. En el momento de la conquista islámica de Egipto, sin embargo, el canal había caído en desuso y estaba bloqueado con arena y escombros.

Los compañeros de ‘Amr estaban perturbados por el plan del califa ‘Umar, y los líderes de los coptos nativos de Egipto se mostraron molestos sobre todo, porque dudaban de que el proyecto fuera comercialmente beneficioso para ellos, ya que beneficiaría principalmente a Arabia. Ibn ‘Abd al-Hakam informa que instaron a ‘Amr, para inculcar a ‘Umar, que el proyecto era «desmesurado. Inalcanzable. Sin salida«. Pero ‘Umar no podía ser disuadido. «Voy a dar orden de que ningún barco zarpe en el mar Rojo, excepto los que lleven alimentos para las gentes de La Meca y Medina«, afirmó.

Cuando ‘Amr se dio cuenta de que ‘Umar hablaba en serio, rápidamente se dedicó a la tarea de restaurar el antiguo canal hecho por los romanos. Según Ibn ‘Abd al-Hakam, un copto mostró a ‘Amr la ruta del maltrecho canal. A cambio, él y su familia quedaron exentos del impuesto de capitación. En su mayor parte, el Canal del Emir de los Creyentes, ya que asi fue bautizado en honor del califa, seguía la ruta cortada por el canal romano, con una excepción importante: Tenía que encontrar una nueva conexión con el Nilo para evitar terrenos ya destinados a la construcción de Fustat, la nueva capital del Egipto islámico, y predecesora de El Cairo moderno. La boca del canal nuevo estaría situada en la plaza de Sayyida Zaynab, hoy en pleno corazón de El Cairo.    Leer más de esta entrada

La biblioteca del monasterio de Santa Catalina en el Sinaí será restaurada

Después de seis meses de estudios de viabilidad, la biblioteca del Monasterio de Santa Catalina en el sur de la Península del Sinaí será restaurada y rediseñada para cumplir con los estándares internacionales. Según el ministro de Estado para Antigüedades, Mohamed Ibrahim, el proyecto empezará el mes próximo, se ejecutará en dos fases e incluirá la restauración de las secciones oriental y occidental de la biblioteca.

La biblioteca contiene unos 3.500 manuscritos del mundo greco-romano, copto, árabe, hebreo, georgiano, siríaco, armenio y udí, así como numerosos iconos raros y otros objetos litúrgicos.

Biblioteca de Santa Catalina del Monte Sinaí. Roger Wood/CORBIS

También alberga una colección de decretos y reglamentos emitidos por califas de la primera época del Islam, destinados a garantizar la seguridad de la población cristiana del monasterio.

Se trata de la segunda colección más extensa de códices y manuscritos del mundo, sólo superada en número de ejemplares por la Biblioteca Vaticana.

El proyecto de restauración está siendo financiado por el propio monasterio y se lleva a cabo bajo la supervisión de la Secretaría de Estado de Antigüedades (MSA). Mohsen Sayed, jefe del departamento islámico y copto de la MSA, señaló que el monasterio había sido incluido en la Lista del Patrimonio de Egipto en 1993 y en la Lista del Patrimonio Mundial en 2002.

El monasterio fue construido por orden del emperador bizantino Justiniano I, que reinó desde 527 hasta 565 dC y desde entonces ha estado en uso de forma ininterrumpida. Contiene la Capilla de la Zarza Ardiente, cuya construcción fue ordenada por Santa Elena, madre del emperador Constantino I, en el lugar donde Moisés se dice que tuvo su famosa visión. Debido a esta conexión con Moisés el monasterio constituye un lugar sagrado para las tres grandes religiones monoteístasjudaísmocristianismo e islam.    Leer más de esta entrada

Cirebon: El tesoro de un naufragio en Indonesia sale a la venta de nuevo

El «tesoro de Cirebon» fue descubierto en un pecio frente al puerto de Cirebon en la isla indonesia de Java y contiene cerca de 250.000 objetos preciosos, incluyendo obras de arte en cristal, perlas, bronce y oro. «El hallazgo es sin duda el más grande encontrado en el sudeste de Asia en términos de calidad y en cantidad«, dijo Luc Heymans, el director belga de Cosmix  Underwater Research Ltd., la firma con sede en Dubai que «excavó» el pecio.

El Tesoro de Cirebon

Un hombre sostiene un espejo de bronce chino del s.X, preteneciente al periodo de las Cinco Dinastías y los Diez Reinos (907-960) en una sala de exposición en el sur de Yakarta. Imagen: ROMEO GACAD / AFP

El tesoro fue recuperado de los restos de un buque mercante – de nacionalidad desconocida – cuya antigüedad se remonta a alrededor del 960 dC y que fue descubierto por pescadores indonesios a 57 metros de profundidad. Fueron necesarias cerca de 22.000 inmersiones entre entre abril de 2004 y octubre de 2005 para excavar el hallazgo, que fue financiado privadamente en virtud de un acuerdo con las autoridades indonesias.

El tesoro muestra los objetos que se comerciaban entre el Lejano y Medio Oriente, incluyendo roca tallada y cristal propio de la dinastía fatimí de Egipto, vasos para beber mesopotámicos, perlas del Golfo, bronce y oro de Malasia, así como exquisita porcelana de la China imperial. Después de seis años de trámites burocráticos, los «excavadores», finalmente obtuvieron el permiso para vender el tesoro, aunque previamente tuvieron que donar parte del mismo al gobierno de Indonesia.   Leer más de esta entrada

Antiguos manuscritos árabes permiten a los científicos estudiar el clima del pasado

Manuscritos escritos por eruditos árabes en la antigüedad pueden proporcionar una información valiosa sobre la meteorología para ayudar a los científicos en la actualidad para reconstruir el clima del pasado, según revela un nuevo estudio elaborado por científicos españoles.

La investigación, publicada en Weather,  analiza los escritos de los eruditos, historiadores y cronistas en Irak durante la Edad de Oro Islámica entre 816-1009 d.C. para probar la existencia de patrones climáticos anormales.

La reconstrucción de la climatología del pasado proporciona una ayuda para entender los fenómenos meteorológicos modernos y un contexto valioso para el cambio climático. Contamos con los árboles del mundo, los núcleos de hielo y el coral que proporcionan evidencia del clima pasado, pero no tenemos estudios científicos del pasado que corroboren esta información.

Hasta ahora los investigadores se han basado en registros oficiales que detallan los patrones del clima, como los informes de la fuerza aérea durante la 2ª Guerra Mundial y los registros de los buques del siglo XVIII. Ahora, un equipo de científicos españoles de la Universidad de Extremadura han recurrido a fuentes documentales árabes de los siglos IX y X (3 º y 4 º en el calendario islámico).

La información climática se recuperó de estas fuentes antiguas y se refiere principalmente a los fenómenos extremos que afectaron a la sociedad en general, tales como sequías e inundaciones”, dijo el autor principal Dr. Fernando Domínguez-Castro. “Sin embargo, también documentan las condiciones excepcionales en que se vivieron en la antigua Bagdad, como las tormentas de granizo, la congelación de los ríos o incluso casos de nieve.”

Bagdad era un centro comercial y científico en el mundo islámico antiguo. En 891 dC el geógrafo al-bereber Ya’qubi escribió que la ciudad no tenía rival en el mundo, con veranos calurosos e inviernos fríos.

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