El primate que quería volar
26/03/2012 Deja un comentario
Rosa M. Tristán. – Cuando ya se han escrito tantas obras sobre evolución humana parece que no es fácil encontrar el enfoque que consiga captar la atención tanto de aquellos que ya saben algo de nuestras raíces como quienes aún no se han acercado a este intrincado pasado, pero el paleontólogo Ignacio Martínez, miembro del equipo de investigación de Atapuerca, lo ha conseguido en su último libro, «El primate que quería volar» (Espasa).
Biólogo de carrera, el autor reconoce que queria contar «la historia según Martínez» y dar una vuelta a toda la información sobre el origen de la especie que ha ido apareciendo en los últimos años y han cambiado el escenario.
En esa vuelta a la memoria, el primer gran capítulo lo dedica a los «Hombros de gigantes», es decir, a aquellos personajes anteriores al siglo XX que sentaron las bases de la biología y la evolución, como Huxley o Darwin.
A continuación, comienza el largo recorrido por los hallazgos de ancestros humanos que se fueron sucediendo desde finales del siglo XIX, que fueron dando forma a ese enmarañado arbusto evolutivo que configura el linaje humano. «En esta parte, cada capítulo se lo dedico a personajes que han sido muy relevantes, como es el caso de Mary Leakey o Raimond Dart«, explica Martínez.
Lentamente, en este largo caminar desde los primeros ‘Homo australopithecus‘ hasta los ‘sapiens’, los lectores van acercándose no sólo a sus ancestros sino también a quienes no dudaron en abandonar sus cómodas vidas en las universidades para irse a picar y sacar escombros en yacimientos, muchos de ellos en África, donde las condiciones eran, y aún son, muy duras.
Otra importante parte del volumen se dedica, como no podía se menos, a la Sierra de Atapuerca. En esta parte, el autor se centra en cuatro argumentos centrales que son el eje de su trabajo.
Por un lado, va desgranando cómo el registro fósil y de utensilios revela que ha sido el comportamiento colectivo, la sociabilidad, una de las claves de la evolución de la especie. «Y es algo que tiene que ver con los dientes», asegura. «Los primates machos compiten por las hembras y para ello necesitan grandes caninos con los que atemorizar y atacar a los adversarios. En nuestros ancestros, esos dientes comenzaron a disminuir de tamaño y eso significa que eran más sociables, más cooperativos». Más adelante, la creatividad y la capacidad de fabricar cosas se muestra como otras de las claves, desde las primeras herramientas hasta el arte. Leer más de esta entrada