La Carrera del Siglo: de Nueva York a París en 1908

En estos días se está celebrando el Rally Costa Brava Histórico con 104 equipos, de ellos 90 coches clásicos y 14 motos de época, que  partiendo desde Montjuïc intentan llegar a Lloret de Mar tras recorrer más de 1.400 kilómetros en diferentes etapas, algunas de ellas nocturnas. Esto me ha hecho recordar una obra maestra de Hollywood que ridiculiza el afán por ir más rápido y llegar el primero a toda costa que apareció en Occidente a principios del siglo XX y del cual aún no nos hemos librado más de un siglo después. Cuanta más tecnología, más ansia por competir. Veamos que sucedió realmente.

¿Acaso el lector recuerda haber visto de pequeño la comedia de Blake Edwards de 1965 titulada en España «La Carrera del Siglo» ? ¿Recuerdan a Tony Curtis, Peter Falk, Jack Lemmon y Natalie Wood discutiendo sobre quién hizo más trampas? Pues bien, esta carrera realmente tuvo lugar y no es ninguna invención del director sino que la película se basó, en parte, en hechos reales. La Gran Carrera de 1908 fue sin duda el comienzo de una nueva era en el transporte en todo el mundo: la era del automóvil.

Una multitud de 250.000 personas despidió a los participantes en la salida de Times Square

Los hombres que hacían fila bajo la nieve en Times Square, en la mañana del 12 de febrero de 1908, se estaban embarcando en una hazaña casi inimaginable aquellos días: una carrera de Nueva York a París, hacia el oeste. El concurso no fue patrocinado por el Bank of America o la cervecera Coors , sino por el periódico francés Le Matin y el New York Times. El premio: un trofeo de 635 kg y demostrar que se podía hacer.

La ruta propuesta por la organización llevaría a los conductores por todo Estados Unidos, incluso a través de áreas con caminos no pavimentados, y luego hacia el norte a través del Canadá. Luego darían un giro a la izquierda en Alaska, estado que tendrían que atravesar transversalmente para llegar al estrecho de Bering, para saltar hacia Asia. Los organizadores planificaron que la carrera comenzara en la mitad del invierno con la esperanza de que al llegar al estrecho de Bering estuviera congelado y pudieran correr sobre él. Posteriormente, el curso de la carrera se planificó a través de Siberia, territorio inmenso dónde nadie había viajado antes en coche, y luego una recta final: Moscú, San Petersburgo, Berlín y París.

Total, un viaje de 35.000 km en una época en que el caballo aún se considera más fiable que el «carruaje sin caballos». La New York-París de 1908, fue (y todavía se considera por la mayoría) la carrera más grande de todos los tiempos, incluso superando a la del año anterior, la Pekín-París de 1907, en la que el ganador, el italiano príncipe Scipione Borghese, ató burros y mulas para tirar de su coche y tomó un sorbo de agua e hidrocarburos sacado del radiador para aliviar la sed. Su recompensa fue una botella de champaña.    Leer más de esta entrada

Los satélites ayudan a evitar un nuevo Titanic

Hace un siglo, el Titanic chocó contra un iceberg mientras cruzaba el Atlántico Norte y se hundió causando la muerte de 1.500 pasajeros y tripulantes. Hoy en día, miles de barcos cruzan la misma ruta plagada de icebergs sin riesgo y los satélites están ayudando a conseguirlo. Frederick Fleet tenía la tarea poco envidiable de ocupar el puesto de observación en el Titanic durante la noche del 14 de abril de 1912. La información que proporcionaba era la única que el capitán Edward John Smith tenía para conducir el barco a través de estas aguas traicioneras.

Uno de los legados más importantes de la catástrofe del Titanic, fue el establecimiento de la Convención Internacional para la Seguridad de la Vida Humana en el Mar y de la International Ice Patrol (IIP), informa la ESA. La función de la IIP es vigilar a los icebergs y establecer una zona de peligro, sobre la base de observaciones que incorporan los modelos de deriva y fusión.

En cualquier momento, puede haber decenas o cientos de miles de icebergs en las aguas del Ártico. El desafío de la vigilancia de hielos es determinar el número de icebergs que se desplazarán al sur, hacia las rutas de navegación en el Atlántico Norte entre Europa y los principales puertos de los Estados Unidos y Canadá. Hasta la fecha, ningún buque que ha prestado atención a este dispositivo de vigilancia ha chocado con un iceberg.

IIP utilizó al principio embarcaciones para realizar patrullajes de rutina por las zonas de hielo, pero cambió a la vigilancia aérea después de la Segunda Guerra Mundial. Hoy en día, la vigilancia aérea es el método de reconocimiento primario de hielo, pero IIP tiene como objetivo sustituir este caro sistema y ha estado incorporando  observaciones satelitales, como tecnología futura principal. «IIP utiliza en la actualidad observaciones satelitales de radar para complementar su reconocimiento aéreo de los iceberg y espera que los satélites jugarán un papel más importante en el futuro«, dijo el Dr. Donald L. Murphy, científico jefe del IIP.

«En particular, el lanzamiento previsto de una nueva generación de satélites como Sentinel-1 aumentará drásticamente la disponibilidad de los datos de radar y reducirá el tiempo de revisión del área de interés. Además, los nuevos satélites tendrán mejor resolución para detectar pequeños icebergs«.

Los radares de los satélites son especialmente adecuados para el seguimiento de icebergs, ya que pueden adquirir imágenes a través de nubes y la oscuridad.

Fuente: europapress.es  13/4/2012

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